29 julio, 2010

¡Muchas gracias Rulo!


Se nos va un grande del fútbol, un referente en el deporte nacional. Raúl pone tierra de por medio y abandona el equipo de su vida. Y las sensaciones son extrañas. Será complicado, pero intentaré resumir los que siento en este momento histórico que, no por esperado, va a ser menos doloroso. No entraré a valorar si el Gran Capitán ha sido o no el mejor jugador de la Historia del fútbol español ni si el siete del Real Madrid era merecedor de portar la camisola merengue en los complicados momentos en los que se avecinaba para él la salida del club en el que ha militado durante dieciséis años. Toda una vida deportiva que a muchos se nos ha pasado volando.


Y es que parece que fue ayer cuando aquel joven que no contaba con más que diecisiete primaveras hacía su primer viaje acompañando a los Míchel, Butragueño y compañía, con la intención de debutar en liga. Estaba yo aún en el instituto cursando el primer año de aquello que muchos no han conocido, que a los de mi quinta nos amargó en más de una ocasión y que recibía el nombre de BUP, cuando Raúl daba las primeras carreritas de lo que se convertiría en una gran carrera. Jugó y falló tres goles claros. Aún así, cuando Valdano dudó de la recuperación anímica de este crack en ciernes por haber fallado tanto en la tarde de su estreno, aquel adolescente de barrio, pillo y descarado, le soltó eso por todos conocidos de “tú verás, si quieres ganar…”.


Nacía, entonces, una leyenda que ha ido acompañando cada momento de la vida de un gran número de personas, de muchos de los que me rodean ahora y la mía propia. La entrada en la universidad, el primer trabajo o la cita con aquella chica tan guapa han tenido siempre una imagen común, un decorado que hasta ahora no había fallado nunca. La huella de aquel muchacho moreno, delgado y de piernas encorvadas estaba siempre presente. Ahora será diferente y no sé cómo resultará. Supongo que, en realidad, no debiera pasar nada. No se acaba el mundo. Se trata tan solo del adiós de un tío que le pega patadas a un balón. Y sin embargo, aún siento que todo lo que yo haga desde este instante será diferente. Cada ocasión especial en la que me vea envuelto ya no tendrá a Raúl detrás. Será, cuanto menos, distinto.


He leído muchos artículos y escuchado muchos testimonios en diversos medios ensalzando su figura y, sin embargo, me quedo, de lejos, con los comentarios vertidos en diversos foros de muchos aficionados al fútbol, y no sólo madridistas, sino también culés y atléticos, raulistas y antirraulistas, en los que se engrandecía la figura del Raúl futbolista con una admiración y cariño que no esperaba. En mi caso, sólo puedo afirmar que su esfuerzo, su profesionalidad y sus goles estarán para siempre en un lugar destacadísimo de mi formación como persona. Sus más de setecientos partidos sin sanción alguna constituyen un dato más para admirar a este monstruo, y que se contraponen a los conocidos rumores -que nunca nadie demostró como ciertos- que los envidiosos de su enorme éxito trataron de propagar a los cuatro vientos.


La temporada 2010/2011 será la primera de la era post-Raúl. Ahora jugará en Gelsenkirchen, en el Schalke 04 de Magath. Ya se ha presentado y se le ve raro, extraño, en un estadio que no es el Santiago Bernabeu y con una camiseta que no es la del club merengue. Él ha decidido el equipo en el que quería terminar su carrera deportiva. Lo va a hacer en la élite, jugando la Champions y tratando de ganar la Bundesliga.


Mucha suerte, Raúl, en esta nueva etapa, y muchas gracias por estos dieciséis años compartidos casi día a día. Hasta pronto. Lo dicho, muchas gracias por todo Rulo.

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