29 julio, 2010

¡Muchas gracias Rulo!


Se nos va un grande del fútbol, un referente en el deporte nacional. Raúl pone tierra de por medio y abandona el equipo de su vida. Y las sensaciones son extrañas. Será complicado, pero intentaré resumir los que siento en este momento histórico que, no por esperado, va a ser menos doloroso. No entraré a valorar si el Gran Capitán ha sido o no el mejor jugador de la Historia del fútbol español ni si el siete del Real Madrid era merecedor de portar la camisola merengue en los complicados momentos en los que se avecinaba para él la salida del club en el que ha militado durante dieciséis años. Toda una vida deportiva que a muchos se nos ha pasado volando.


Y es que parece que fue ayer cuando aquel joven que no contaba con más que diecisiete primaveras hacía su primer viaje acompañando a los Míchel, Butragueño y compañía, con la intención de debutar en liga. Estaba yo aún en el instituto cursando el primer año de aquello que muchos no han conocido, que a los de mi quinta nos amargó en más de una ocasión y que recibía el nombre de BUP, cuando Raúl daba las primeras carreritas de lo que se convertiría en una gran carrera. Jugó y falló tres goles claros. Aún así, cuando Valdano dudó de la recuperación anímica de este crack en ciernes por haber fallado tanto en la tarde de su estreno, aquel adolescente de barrio, pillo y descarado, le soltó eso por todos conocidos de “tú verás, si quieres ganar…”.


Nacía, entonces, una leyenda que ha ido acompañando cada momento de la vida de un gran número de personas, de muchos de los que me rodean ahora y la mía propia. La entrada en la universidad, el primer trabajo o la cita con aquella chica tan guapa han tenido siempre una imagen común, un decorado que hasta ahora no había fallado nunca. La huella de aquel muchacho moreno, delgado y de piernas encorvadas estaba siempre presente. Ahora será diferente y no sé cómo resultará. Supongo que, en realidad, no debiera pasar nada. No se acaba el mundo. Se trata tan solo del adiós de un tío que le pega patadas a un balón. Y sin embargo, aún siento que todo lo que yo haga desde este instante será diferente. Cada ocasión especial en la que me vea envuelto ya no tendrá a Raúl detrás. Será, cuanto menos, distinto.


He leído muchos artículos y escuchado muchos testimonios en diversos medios ensalzando su figura y, sin embargo, me quedo, de lejos, con los comentarios vertidos en diversos foros de muchos aficionados al fútbol, y no sólo madridistas, sino también culés y atléticos, raulistas y antirraulistas, en los que se engrandecía la figura del Raúl futbolista con una admiración y cariño que no esperaba. En mi caso, sólo puedo afirmar que su esfuerzo, su profesionalidad y sus goles estarán para siempre en un lugar destacadísimo de mi formación como persona. Sus más de setecientos partidos sin sanción alguna constituyen un dato más para admirar a este monstruo, y que se contraponen a los conocidos rumores -que nunca nadie demostró como ciertos- que los envidiosos de su enorme éxito trataron de propagar a los cuatro vientos.


La temporada 2010/2011 será la primera de la era post-Raúl. Ahora jugará en Gelsenkirchen, en el Schalke 04 de Magath. Ya se ha presentado y se le ve raro, extraño, en un estadio que no es el Santiago Bernabeu y con una camiseta que no es la del club merengue. Él ha decidido el equipo en el que quería terminar su carrera deportiva. Lo va a hacer en la élite, jugando la Champions y tratando de ganar la Bundesliga.


Mucha suerte, Raúl, en esta nueva etapa, y muchas gracias por estos dieciséis años compartidos casi día a día. Hasta pronto. Lo dicho, muchas gracias por todo Rulo.

22 julio, 2010

Frases que hacen fútbol (I)

Hace mucho tiempo que quería publicar este post. Ardía en deseos de compartir una serie de citas de grandes personalidades del mundo del balón que tenía almacenadas y cogiendo polvo en un archivo de mi ordenador. Son frases que, para muchos aficionados, han ido haciendo de esto del fútbol algo más que una afición, casi un sentimiento. Algunas pueden resultar divertidas, así como otras tienen un cierto aire trascendental. Las hay que son muy conocidas, aunque también tenemos algunas que no lo son tanto. Hay otras, incluso, que han sido pronunciadas por gente relacionada con el mundo del fútbol, pero que poco o nada tienen que ver con el mismo. De lo que no puede caber ninguna duda, sean de un tipo o de otro, es de que todas contribuyen, cada una a su manera, a que este espectáculo deportivo nos haga disfrutar con algo más que con los reglamentarios noventa minutos de esfuerzo de veintidós peloteros vestidos con camiseta y calzón corto.


Pretendo ir dándoles salida en series de entre cinco y siete citas cada vez, ya que, como dijera el autor literario del siglo de oro, Baltasar Gracián, lo bueno, si breve, dos veces bueno. No prometo una estricta regularidad, pues la actualidad tiene preferencia sobre todo lo demás, pero intentaré no olvidarme de ir compartiendo estas pequeñas maravillas con todos ustedes de cuando en cuando.


Comenzaré esta sección con frases que, ante todo, tienen mucho de lo que nosotros llamaríamos retranca, pero cuya denominación correcta, aplicada a nuestros vecinos del Reino Unido, sería algo así como flema británica. Ahí van las primeras. Disfruten.

Jugamos 'fútbol-orgía'. El otro equipo sabe que se la van a meter, pero no sabe ni quién ni por dónde.
Sam Hammam (ex propietario del Cardiff City).

No hablo nunca de los árbitros y no voy a romper un hábito de toda una vida por ese idiota.
Ron Atkinson (entrenador y ex jugador inglés)

Mataron al Kennedy equivocado.
Bob Paisley (entrenador inglés), opinando sobre el debut de Alan Kennedy en el Liverpool de finales de los setenta.

Peter Schmeichel suele decir que el actual Manchester United ganaría al que consiguió la Copa de Europa en 1968. Es posible. Todos nosotros hemos pasado los cincuenta años.
Nobby Stiles (ex jugador inglés) .

¡Perfecto! Dile que es Pelé y que vuelva al campo de inmediato.
John Lambie (entrenador inglés), respondiendo al masajista que le acababa de comunicar que un jugador que se había golpeado la cabeza no recordaba ni quien era.

- ¡Eh, Don, te veo hecho un chaval!
- Con esa vista, no me extraña que nos pites tantos fueras de juego.
Conversación mantenida entre Jack Taylor (ex árbitro inglés) y Don Revie (ex jugador y entrenador inglés del Leeds United).

21 julio, 2010

Ya hay calendario para la temporada 2010/2011

La Asamblea General de la RFEF, reunida en la Ciudad del Fútbol de las Rozas, ha aprobado el calendario para la temporada 2010/2011. Tras el traspiés cometido por la Federación al publicarse en el día de ayer un calendario falso, los responsables de dicho organismo, evitando hacer comentarios, han procedido a sortear los emparejamientos de todas y cada una de las jornadas de liga. El calendario incluye los partidos de liga, tanto de primera como de segunda y demás divisiones de ámbito nacional, los de copa y tiene en cuenta, como no podía ser de otro modo, los encuentros internacionales que han de disputar las selecciones nacionales, así como aquellos a jugar por equipos de primera división que se hallen inmersos en competiciones europea.


La primera jornada, que se celebrará entre los días 28 y 29 de agosto, estará compuesta por los siguientes enfrentamientos: Atlético de Madrid-Sporting de Gijón; Osasuna-Almería; Real Sociedad-Villarreal; Espanyol-Getafe; Levante-Sevilla; Deportivo-Real Zaragoza; Málaga-Valencia; Racing de Santader-Barcelona; Hércules-Athletic de Bilbao; Real Mallorca-Real Madrid. Tras esta jornada inicial, se producirá un pequeño paréntisis como consecuencia de los primeros partidos internacionales de las selecciones, valederos para la clasificación de la Eurocopa 2012. Habrá tres jornadas entre semana, siendo la primera el 22 de septiembre, la segunda el 2 de marzo y la última el 11 de mayo. Por otra parte, la última jornada se disputará el 22 de mayo en primera división, y una semana más tarde, el 29, se hará lo propio en segunda, siendo ésta la fecha en la que se dará por terminada la competición oficial en España.

Cabe destacar que la final de la Copa del Rey, uno de los partidos más importantes del fútbol español, se disputará el 20 de abril, miércoles. Este año, y como viene siendo, por desgracia, habitual, dicho encuentro no se jugará al final de temporada, una vez acabada la competición liguera, pues parece ser que el calendario oficial de la FIFA establece que tras el 22 de mayo, se reservan fechas para que las selecciones nacionales puedan disputar sus respectivos compromisos internacionales, ya sean oficiales o amistosos.

El encuentro que habrá de enfrentar por primera vez al FC.Barcelona y al Real Madrid se disputará en la decimotercera jornada, el 28 de noviembre. El encuentro de vuelta será, por tanto, el 17 de abril, tres días antes de que se juegue la final de Copa. Pueden ser aquéllas, fechas de frenética e interesante actividad futbolísitica.

El sorteo ya se ha producido. Vayan programando sus agendas. Se les avisa con tiempo, por lo que no valdrán excusas. Señoras y señores, ALEA JACTA EST.

16 julio, 2010

¡CAMPEONES DEL MUNDO!

¡Uf! Ya es viernes y aún no había escrito sobre 'nuestro' mundial. Es que esto ha sido demasiado. Desde que el balón impulsado por el pie derecho de Iniesta (¡ese gran hombre, ese crack!) golpeara el interior de la portería holandesa, no he parado de repetirme una y otra vez que somos campeones del mundo. Un llanto desconsolado, motivado por la tensión y la emoción del antes, durante y después del partido, fue la sensación que invadió mi cuerpo en aquel instante. No sé muy bien cómo sucedió, pero tras los abrazos, me encontré sollozando junto a la más solitaria esquina del bar donde vimos el encuentro, sin ningunas ganas de ver el final, no fuera a ser que algo o alguien se atreviera a estropear lo conseguido. Tras esa primera sensación, la satisfacción y la alegría se han ido abriendo paso de una manera cada vez más racional, hasta hoy, en que me veo medianamente capaz de escribir sobre este hecho, es decir, sobre la inmensa gesta llevada a cabo por una selección compuesta por veintitrés héroes, que se batieron de la mejor y más efectiva manera en Sudáfrica. Por fin, tras tantos años de ver como eran otros los que levantaban el dorado trofeo, nos tocaba a nosotros alcanzar una gloria que ya pensábamos nos estaba vetada. Casillas alzó al aire la copa y toda una nación supo que la Historia, por primera vez, no le daba la espalda.


Del partido, ¿qué decir? Los primeros quince minutos fuimos la apisonadora que todos deseábamos, creando hasta tres ocasiones, tan claras ellas, que los holandeses decidieron cambiar de estrategia, rompiendo con ello el ideal que muchos teníamos en la cabeza sobre el fútbol neerlandés. La violencia empleada por tipos como De Jong o Van Bommel, no hace sino ensuciar el prestigio ganado por los ‘oranje’ desde que asombraran a propios y extraños en el mundial de 1974 con su fútbol total. La entrada que el primero de los dos sujetos realizó sobre Xabi Alonso, no sólo fue merecedora de tarjeta roja, sino que muy bien podría haberle causado al tolosarra un daño terrible. De hecho, si le llega a alcanzar en la cabeza, tal vez estaríamos comparando esa jugada con aquella en la que Schumacher mandó al hospital a Battiston en 1982. Del segundo de los delincuentes, poco se puede decir, además de lo ya comentado por todo aficionado en cualquier foro. A las continuas faltas, algunas de una dureza sobrecogedora, como la perpetrada sobre Iniesta por detrás, el descuartizador de Maasbracht añadió la mezquindad de fingir una agresión. Por no mencionar el sinfín de absurdas y reiterativas protestas que durante los noventa minutos estuvo realizando a Howard Webb, el lamentable árbitro del encuentro.


Lo peor de todo es que se salieron con la suya. Con su actitud, los holandeses consiguieron sacar a España del partido. A partir de ese momento lo pasamos realmente mal. No conseguimos ser nosotros mismos hasta la prórroga, en que el cuadro ‘oranje’ se quedó, por fin, con uno menos, agotados y pidiendo a gritos que llegaran los penaltis. En el intervalo, un par de ocasiones clarísimas de Robben salvadas por un inconmensurable Casillas y algún acercamiento de los nuestros con peligro, como el cabezazo que Ramos, solo y con toda la portería a su frente, mandó por encima del larguero. El resto, como ya sabemos, es Historia. Un gol en el minuto 116, una alegría inconmensurable y una deuda saldada. A partir de ese momento, ya podíamos decir que éramos lo que, como decía, no he parado de repetirme una y otra vez desde entonces, que somos campeones del mundo.

Ahora ya sólo queda seguir disfrutando de lo logrado. Hemos de saber que los nuevos retos que se presentarán en el camino son difíciles y que una adecuada preparación para enfrentarse a ellos es fundamental. En dos años llega la Eurocopa y tenemos la oportunidad de revalidar el título. Nadie lo ha hecho hasta ahora, lo que es una buena muestra de la dificultad a la que se enfrentarán los nuestros. Paciencia, trabajo y saber estar es lo que se espera de todos. Si hasta ahora lo hemos hecho, quién nos dice que no lo podemos repetir. Yo soñaba con conseguir lo del domingo pasado y sueño ahora con un brillante futuro a corto y largo plazo. ¿Es esto de locos? Puede, pero no creo. Somos muy grandes.



Fotos: www.rtve.es

09 julio, 2010

El trofeo más deseado

El Trofeo de la Copa Mundial de la FIFA, como asépticamente lo conoce el máximo organismo futbolístico mundial, es la copa que actualmente se otorga al país que resulta vencedor en un Mundial. Es, por tanto, y como reza el título, el trofeo que todo futbolista desea levantar alguna vez en su vida. Y con él, toda una nación.


Fue presentado en 1974, en el mundial de Alemania, y sustituyó al trofeo Jules Rimet, el cual fue robado en Río de Janeiro mientras Brasil lo exhibía tras haberlo conquistado por tercera vez y, por tanto, correspondiéndole en propiedad. La copa nunca se recuperó, por lo que se cree que los ladrones, que fueron detenidos y condenados por ello, la fundieron para vender el material. La FIFA, tal vez movida por el grave incidente, decidió que la nueva copa ya no sería dada a perpetuidad jamás, entregándole, en cambio, al vencedor una réplica que puede conservar en sus vitrinas. El original, que es, por lo tanto, único, es custodiado de manera exclusiva por la FIFA.


En cuanto a la forma y composición, podemos decir que el proyecto para el diseño, aprobado en concurso, le fue adjudicado al italiano Silvio Gazzaniga, que mide algo más de 35 cm. de altitud, está fabricado con cinco kilos de oro sólido y presenta dos anillos de malaquita que hacen las veces de base. En palabras de Gazzniga, el trofeo representa a dos "jugadores que sostienen la tierra desde abajo formando un círculo, representando la emoción de la victoria". En la base se anotan los nombres de todos los ganadores y se ha calculado que para el año 2038 ya no cabrán más nombres. Aún no se sabe qué es lo que pasará entonces, si diseñarán un nuevo trofeo, si ampliarán la base del actual o si, por el contrario, empezarán a escribir los nombres de los ganadores desde ese año, obviando a aquellos que vencieron con anterioridad, como ya hicieran con los que ganaron antes de 1974 al diseñar la nueva copa.


Este trofeo, cuya belleza es objeto de debate, no es muy grande y, sobre todo, no tiene un corte clásico. Sin embargo, hay algo que no admite lugar a ninguna duda, y es, cuestiones estéticas al margen, el deseo, la ansiedad y las ganas que cualquier amante del fútbol tiene por llevárselo a su país, y, para nosotros, los españolitos, más ahora que la vemos y sentimos tan cerca. Todos hemos visto las imágenes de Maradona besando el trofeo justo antes de levantarlo o las de Zoff, recogiéndolo de manos del Rey Juan Carlos I, y a uno le entran sudores fríos sólo de pensar que dentro de dos días puede ser nuestro Casillas el que lo alce al cielo, y que podemos ser nosotros los que estemos gritando extasiados de emoción mientras él lo hace. ¡Uf! Esto es muy serio, compañeros. ¡Ya queda menos!

08 julio, 2010

Un sueño hecho realidad

Leo noticias y artículos de opinión. Me meto en blogs, devoro cada post y disfruto con los comentarios. Hay donde elegir. Unos son emotivos. Otros son muy cachondos. Algunos, incluso tienen un cierto aire de gravedad que trasluce lo que puede llegar a afectar la constatación de la trascendencia de la situación. Sin embargo, todos, sin excepción, tienen un punto en común que los hace únicos. Ese punto no es otro que el brillo que irradian y que permite comunicar la felicidad absoluta que proporciona el hecho de haberse metido en la final, esto es, de sentirse partícipe de haber hecho historia. Y es que no hace falta recordarlo, pero sí es necesario asimilarlo: España está en la final de la Copa del Mundo. En al año 2010 lo hemos conseguido. Gracias a todos los jugadores, cuerpo técnico y demás expedición española en Sudáfrica, el aficionado español lleva viviendo este mes con una cara muy distinta de la habitual. Le hemos dado menor importancia a circunstancias que en otra situación nos hubieran afectado. Las peleas con los jefes y las jefas, las relaciones con la, a veces, ingrata fauna social, los madrugones, las reducciones de sueldo o los sinsabores de la rutina, han pasado a un plano marginal en el momento en que veíamos a Xavi controlar una pelota imposible y darle una salida maravillosa, cuando veíamos a Villa tirar un peligroso desmarque e incluso cuando observábamos con estupor a Torres fallar una ocasión y sabíamos que al día siguiente el vecino de la barra del bar nos iba a 'taladrar' la oreja con el soniquete del ‘Torres sí/Torres no’.


Deportivamente, el partido fue, simplemente, un baño de España a Alemania. Un repaso sin paliativos. Desde el primer minuto de partido, España llevó las riendas del encuentro. Alemania no estuvo dentro del partido nunca. Tras los primero compases, todos nos mirábamos incrédulos y no acertábamos a comprender cómo era posible que la selección que le había metido cuatro goles a Inglaterra, otros cuatro a Argentina y que llevaba la friolera de 13 goles en 6 partidos, no hubiera salido, siquiera, de su propio campo. Estaban acomplejados, hundidos y acogotados. El inmenso fútbol desarrollado por España desde que hace dos años les derrotáramos en Viena y la puesta en escena con la que los nuestros saltaron al campo este miércoles 7 de julio, que ya forma parte indeleble de la memoria colectiva, les hizo acobardarse como nunca antes lo había hecho ningún alemán. Era la confirmación del crecimiento de nuestro fútbol, de nuestros jugadores y de nuestras aspiraciones.

“Esto no puede ser" y "esto no es normal”, eran las frases que nos venían a los labios. Los comentarios giraban en torno a la furibunda reacción que todos esperábamos de los germanos. Ésta no se produjo y España, a la vista de la indolencia del adversario, fue creciéndose más y más hasta que llegó el minuto decisivo, el momento mágico de la noche. Sacó Xavi un corner desde la derecha y como si un ser superior le hubiese colocado invisible tras la línea de defensa germana, Puyol saltó con fuerza, se mantuvo en el aire durante unos segundos y cuando ya el balón se encontraba a la altura de su cabeza, giró enérgicamente el cuello, imprimiéndole a la pelota una velocidad que hizo inútil la estirada del portero Neuer. El balón se colaba dentro de la portería con la rabia y el aliento de un jugador, de un equipo y de toda una nación. Nunca olvidaremos las caras de los jugadores cuando se daban cuenta de que era gol. Ramos, Piqué, Villa, Iniesta… Todos corrieron como si la vida les fuese en ello a abrazar al goleador. La locura quedaba recogida en unas imágenes que veremos una y mil veces cuando queramos recordar esta gesta. Aquí, en España, la cosa no era muy diferente. Unos corrían para abrazarse a sus amigos y familiares, otro cogían a su pareja y les enchufaban el beso más irracional jamás dado y otros salían a la calle y gritaban a los cuatro vientos que España ya no sería nunca más el viejo país resignado al fracaso futbolístico. Memorable.


Ahora nos espera Holanda. El domingo está señalado a fuego en el calendario. A las 20:30, los españoles tendremos un solo pensamiento en la cabeza: ganar. Lo difícil está hecho. Sólo resta un partido para la gloria. Los Snejder, Robben, Van Bomel y compañía no nos lo pondrán fácil. Han ganado todos los encuentros y no hay motivos para pensar que será coser y cantar. Su juego es diferente del de Alemania o de cualquier otro equipo con el que nos hayamos enfrentado hasta la fecha. Sabemos que podemos ganarles, que no somos inferiores y esto es lo más importante para lograr la victoria. España jugará como siempre, haciendo su fútbol y dejará al rival la congoja psíquica de no saber qué hacer, si han de jugar como acostumbran o si, por el contrario, deben modificar el esquema para contrarrestar el mediocampo español. Nos hemos ganado el que sean ellos los que navegan en un mar de dudas.


No sabemos cuándo se volverá a repetir algo parecido. Lo que es innegable y ello constituye la principal diferencia con el pasado, es que ahora somos muy conscientes de que, seguro, en el futuro nos volveremos a ver en una como esta. Y es que ya podemos sacar pecho y ya podemos decirle a cualquiera que somos GRANDES. Holanda, a temblar...

05 julio, 2010

Alemania. Un país mundialista.

A nadie al que le guste mínimamente el fútbol se le escapa que Alemania es un clásico, junto a Brasil e Italia, de la Copas del Mundo. Ha participado en 16 ediciones, habiéndose perdido tan solo dos, las que tuvieron lugar en Uruguay (1930) y en Brasil (1950). Ha sido tres veces campeón (1954, 1974 y 1990) y ha tomado parte en nada más y nada menos que siete finales. Si ello ya fuera de por sí significativo, baste decir para el engrandecimiento de este monstruo centroeuropeo, que en el período que abarca desde 1982 hasta 1990 jugó las tres finales en liza, saliendo vencedor en la que fuera disputada en Roma, en 1990, imponiéndose a la que era campeona hasta aquel día, Argentina, por 1-0. No hay nada, por mucho que rebusquemos, en la historia mundialista de este país que suponga un tachón. Su paso por los mundiales ha sido casi en el 100% de los casos, inmaculado. ¡Una envidia, vamos!


Las diferentes selecciones alemanas que han disputado los mundiales, han estado plagadas de estrellas de primerísimo nivel. Desde que participaran en 1934 por primera vez, muchos han sido los jugadores que han destacado por encima de los demás. Por nombrar a tres o cuatro:

- Por hacer un homenaje a aquella primera Copa Mundial obtenida por los germanos, sacaremos a relucir el nombre de un tal Uwe Rahn, autor de dos de los tres goles de Alemania en aquella final en el estadio suizo de Berna, mediante los que derrotaron a una impresionante Hungría en la que figuraban los inmortales Puskas, Kocsis y Czibor, entre otros, y que, anecdóticamente, había derrotado al conjunto alemán, tan solo un par de semanas antes, en la primera fase, por un contundente y aplastante 8-3.

- En segundo lugar, podemos hablar del que, hasta ahora, ha sido el gran capitan de la Mannshaft, del Kaiser, la figura con más autoridad de todas cuantas han defendido la blanca zamarra teutona. Estamos hablando, por supuesto, de Franz Beckenbauer. Este defensa, uno de los primeros líberos que se recuerdan, lideró a su país en el mundial de 1974, en el que se proclamaron vencedores, ganando en la final a aquella seductora Holanda del "fútbol total". En 1990 volvió a proclamarse campeón del mundo, pero esta vez como entrenador, siendo la primera persona que lograba alzarse con el título desde el terreno de juego primero y desde el banquillo después. Es, indudablemente, el jugador más representativo de la historia y de la idiosincrasua del fútbol germano.


- No podemos olvidar dentro de este repaso a los jugadores más simbólicos de la historia de Alemania, a Gerd 'Torpedo' Müller, máximo anotador, hasta hace dos días, en que le ha igualado Klose, de Alemania en los mundiales. Catorce dianas tienen ambos. La particularidad de este delantero centro, y que le diferencia del actual delantero alemán, es que consiguió todos sus tantos en los dos únicos mundiales en los que participó (1970 y 1974). Esta bestia del área tiene un record que habla por sí solo de la talla de este delantero: jugó 64 partidos defendiendo la camiseta alemana y marcó 68 goles. Una media de más de un gol por partido. No hace falta añadir mucho más para hacerse a la idea de a qué se dedicaba 'Torpedo' cuando saltaba a un terreno de juego.

- Como colofón de este breve repaso, citaremos al jugador que más mundiales ha disputado de todos los tiempos, Lothar Matthaus. Este jugadorazo ha estado presente en cinco mundiales. No se perdió una sola cita desde que debutara en la edición celebrada en España, en 1982, acabando su larga singladura mundialista en el de Francia, en 1998, contando ya con 37 años. Ha jugado un total de 150 partidos con la Mannshaft, siendo, por tanto, el jugador que más veces ha vestido la camiseta del combinado nacional. Es, por méritos propios, uno de los jugadores más queridos por el exigente aficionado teutón.


El próximo rival de España es, sin ningún lugar a dudas y mirando al pasado y al presente, uno de los equipos más complicados que cualquier combinado nacional se puede encontrar. Tras la derrota en la final de la Eurocopa de hace dos años, el conjunto dirigido por Löw ha ido perfeccionando un sistema de juego al que los jóvenes valores llegados desde las categorías inferiores le han puesto un sorprendente nuevo sello, imprimiéndole al juego del equipo una brillantez y efectividad brutales. La lesión de Ballack, que a priori suponía una baja importante, ha permitido al entrenador alemán desarrollar un tipo de juego rápido y alegre, que encuentra portería con una facilidad asombrosa. Buena prueba de ello son los 13 goles anotados hasta la fecha en Sudáfrica. Asustan, la verdad. No obstante, y sabiendo que no será fácil derrotarles este miércoles, el juego y la forma de competir que puede desarrollar nuestra selección habría de ser suficiente para apear a esta máquina de aplastar contrincantes y que responde al ya de por sí bastante sobrecogedor nombre original de 'Deutschland'.

¡En Semifinales!

Cuando el balón del 'guaje' Villa golpeó por segunda vez el palo de la portería defendida por Justo Villar, todo nuestro universo deportivo y nuestra concepto del deporte rey cambió por completo. Desde el momento en que nuestros ojos contemplaron a la pelota deslizarse suavemente por la red paraguaya, dejamos de apreciar el futuro con recelo. Veíamos, por primera vez en la historia, la posibilidad real de jugar unas semifinales. Hasta ahora, confiábamos en que este equipo podía hacer algo grande y todos nostros con él, pero siempre, lo quisieramos o no, nos acechaba un residuo del fatalismo, cultivado con toda justicia tras décadas de infortunios y eliminaciones en los momentos de mayor ilusión. Hace dos años rompimos una barrera muy grande con la victoria en la Eurocopa, pero un mundial sobrepasa en grandeza -y, además, dureza- a cualquier otra competición internacional. Es algo más, se nota y lo sabemos. Por eso, cuando el árbitro hizo sonar su silbato por última vez y comprobamos que España todavía no se volvía para casa, sino que, por el contrario, Alemania nos esperaba en la siguiente ronda, la penúltima del mundial, la alegría se desbordó en todos los rincones de España, incluidos los del corazón.



El partido no fue bonito. No se jugó como otras veces, desde luego, pero tampoco fue el desastre que muchos han visto y otros han querido ver. El dominio fue del conjunto español, pero le faltó lo mismo que en los anteriores encuentros. El gran déficit de este equipo sigue siendo el orden en el ataque. Entre otras cosas, Villa se ve desplazado por la presencia de un Torres que, a pesar de la enorme entrega de la que hace gala en cada partido, no termina de arrancar y a estas alturas de campeonato parece que ya no lo hará. Tras una primera parte bastante deficiente, la segunda, con sus idas y venidas, permitió al espectador disfrutar -¡y sufrir!- con lo que es un partido en la máxima competición internacional. Por suerte, en el intercambio de golpes, entre los que se incluye un penalty que detuvo el siempre enorme Casillas, los nuestros supieron sacar ese plus de calidad que les diferencia del conjunto paraguayo y, de esa manera, hacer el gol que nos ponía por delante en el marcador. Un gol con el que toda una nación saltaba de felicidad. Corría el minuto 82 de partido y, entonces sí, nos creímos con el derecho de sabernos semifinalistas. Un llegada más de los paraguayos, que de nuevo salvó Casillas, nos hizo contener la respiración por última vez. Ya sólo quedaba esperar con trémula emoción que el árbitro guatemalteco señalara el final del partido.


Ahora España se enfrenta a lo desconocido. Nunca antes habíamos llegado a este punto en una Copa del Mundo. No le tenemos miedo a la situación ni debemos tenérselo. Todo el respeto del mundo, eso sí, pero nada que Alemania o cualquier otro equipo campeón no haya tenido antes. Todos han pasado por este trance. Para todos ha habido una primera vez. España es novel en asuntos de semifinales, como una vez lo fue la Alemania que ahora tiene tres marcas en su revolver mundialista. Va a ser un partido intenso y de infarto, pero también va a ser, como indicaba Iniesta en la rueda de prensa inmediatamente posterior al encuentro, un partido "muy bonito". Sólo nos queda disfrutar. Lo conseguido hasta ahora es mucho, pero a nadie engañamos si decimos que perder sería decepcionante. Estos jugadores, este entrenador y las magníficas sensaciones que transmiten nos permiten, y hasta cierto punto nos obligan, a tener una ilusión nunca antes experimentada. Saben competir y pueden jugar muy bien. Siempre salen a ganar y debemos confiar en ellos. Se lo han ganado.

La cita es el miércoles a las 20:30. ¿Alguien se lo va a perder?